22 de noviembre de 2011

El sabor añejo de Oporto

Al norte de Portugal, en la desembocadura del Rio Duero se encuentra la maravillosa ciudad de Oporto (Porto, en portugués), un lugar donde lo añejo y decadente nos envuelve en un ambiente romántico único.

Iglesia de San Ildefonso
Ese sabor añejo tiene presencia en el centro histórico de la ciudad, donde encontraremos la mayor parte de los lugares de interés. El casco viejo no ocupa un área muy extensa y se puede recorrer a pie, aunque es conveniente ir con las piernas en forma ya que nos encontraremos con muchas pendientes y muy pronunciadas.

Junto a la Plaza de Batalha se encuentra la Iglesia de San Ildefonso. El casco antiguo de Oporto está plagado de iglesias, cuyas fachadas están adornadas con azulejos, como muchos edificios de la ciudad. Es por esto que en las tiendas de souvenirs abundan los recuerdos a base de azulejos, una de las expresiones artísticas más simbólicas del lugar. Justo allí comienza la Calle de Santa Catarina, la principal vía comercial de la ciudad.

Una original forma de recorrer el centro de Oporto es dar un paseo en el antiguo tranvía (o carro eléctrico)  con el que podremos sumergirnos en el pasado y llegar hasta el museo de este emblemático medio de transporte.

La , como se conoce a la Catedral de Oporto, originalmente de estilo Románico ha sufrido  varias modificaciones a lo largo de los siglos, integrando influencias de varios estilos. Se encuentra en un alto desde el que podemos obtener unas preciosas panorámicas de la ciudad.

Pero en lo que a iglesias se refiere, cabe destacar la de San Francisco, situada junto al Palacio de la Bolsa. Si bien no es una construcción que impresione por su tamaño como las grandes catedrales, el contenido artístico de su interior es todo un espectáculo. Si nos queda energía en las piernas tras subir y bajar tantas cuestas podemos visitar la Iglesia de los Clérigos, a lo alto de cuya torre, símbolo de la ciudad, podemos subir a través de sus más de 200 escalones para contemplar la ciudad desde arriba. 

La principal plaza de Oporto es la Plaza de La Libertad, desde donde parte la Avenida de los Aliados. Allí, los amantes de la arquitectura tienen una cita con los impresionantes edificios  modernistas de principios del siglo XX, sede, entre otros, del Ayuntamiento o los grandes bancos. Junto a plaza se ubica también la Estación de San Bento, siempre llena de movimiento y decorada, como no, con azulejos.

Ribeira
A orillas del Rio se encuentra la Ribeira, un encantador barrio de coloridas casas y calles adoquinadas. El ambiente al atardecer es fantástico, con una espectacular vista del majestuoso Puente de Luis I y la ciudad de Vila Nova de Gaia, al otro lado del rio. Precisamente allí es donde se encuentran las más importantes bodegas de Vino de Oporto. Recomendamos encarecidamente visitar alguna de ellas, donde podremos degustar el famoso Vino de Oporto y descubrir su historia y métodos de fabricación.

“Porto” significa mucho más que una denominación de origen. Hay quien dice que se trata de un licor, en lugar de un vino. Esto se debe a su proceso de fermentación, que se corta a los 3 días añadiendo aguardiente, con lo que consigue su característico sabor dulce y su elevada graduación.  Para llegar a Vila Nova de Gaia, si el clima acompaña, no hay mejor forma que cruzar a pie el Puente de Luis I mientras disfrutamos de las vistas.

La ciudad de Oporto es bastante más que su casco histórico, pues alrededor de éste se aglutina una gran urbe con algunos lugares muy especiales. En la costa, a orillas del Atlántico, por ejemplo, nos podemos dar un agradable paseo desde Foz (en la desembocadura del Duero) hasta el Castelo do Queijo. Muy cerca de allí se encuentra el Parque da Cidade, el espacio verde más importante de la ciudad.

Oporto cuenta también con una rica gastronomía. Entre sus manjares destaca el bacalao, lo encontraremos por todas partes. También es muy popular la francesinha, una especie de sándwich de carne, salchicha y huevo, entre otros ingredientes, bañado en queso y salsa picante. Ideal para los estómagos más exigentes. En Oporto podremos encontrar pastelerías cada pocos metros, no podemos irnos de la ciudad sin probar sus famosos pasteles de nata.

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