Abu Simbel (Foto: Luis Roberti-Pérez) |
Según he visto, fue San Agustín de Hipona el que dijo: “El mundo es un libro, y aquellos que no viajan leen sólo una página”. En esta oportunidad escribo para que puedan leer una de las páginas de un libro que no he llegado a escribir, pero está en mi mente en forma de recuerdos que se que no olvidaré: Egipto, un sueño hecho realidad.
Desierto Blanco (Foto: Luis Roberti-Pérez) |
Como en todo viaje siempre hay anécdotas dignas de ser nombradas y es que un viaje a Egipto está llenas de éstas: sino quieres comprar, nunca mires o arriésgate a caer en un juego del regateo que llega a cansar después de un tiempo; tendrás que aceptar que los comerciantes harán lo que sea por venderte lo que ofrecen, pero llega un momento que hay que hacer de tripas corazón y aunque pases por grosero hay que decir de forma dura: No, no quiero nada!; por falta de estar inmune contra bacterias de la zona, es recomendable tomar agua mineral, no consumir alimentos como frutas, ensaladas, etc. que fuesen lavadas con agua corriente o simplemente llevarse unas pastillas antidiarreicas; ten presente que se cobra por todo, así que deberás pagar por tomar fotos o vídeos a realizar dentro de zonas arqueológicas importantes y evita tomarte fotos con lugareños porque siempre quieren que le des dinero; siempre paga por los viajes opcionales, más aún si se trata de ir a Abu Simbel, hacer snorkel o bucear por el Mar Rojo, visitar las tumbas de Nefertari o Tutankamón; ten presente que la viveza estará a tu alrededor, así que tienes que estar siempre alerta; y, aunque ya debe saberse, siempre disfruta, siempre, siempre ve el lado positivo a todo y deja que tus 5 sentidos trabajen al máximo para llevarte lo mejor de la cultura, del día a día, de la gente, de la comida, de la historia, de Egipto.
Ahora al leer estas últimas líneas, hurgo en mi recuerdos y lo primero que me llega a mi mente es ese día, ese día en el que montado en un avión escuchaba al piloto decir que del lado derecho se podía ver el área de Giza, y como si mi mente trabajara a velocidad del rayo como un buscador en Internet, asociaba Giza con pirámides; al mirar por la ventanilla, allí estaban en todo su esplendor, alineadas, en pie, como si el tiempo nunca hubiese pasado sobre ellas, las Pirámides de Giza; cuántas historias, cuántos libros, cuántos documentales, cuántas veces había soñado incluso deseado con ver esas pirámides.
Allí estaba con el corazón paralizado por unos segundos, con una energía que sentía por todo el cuerpo, mirando por esa ventanilla del avión que minutos luego me llevaría a pisar suelo egipcio; allí estaba viendo como uno de mis mayores deseos se hacía realidad.
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